Las ciencias de la salud distinguen dos tipos de estrés: el distrés (como un aspecto negativo que tiene que ver con la respuesta que desencadenan en un organismo unas demandas excesivas por parte del entorno), y el eustrés (como aspecto positivo en forma de reacciones o conductas que favorecen la adaptación del organismo a esas demandas). Así, si nos trasladamos por un momento a un entorno natural, podemos poner el ejemplo de un depredador que nos acecha. Si el resultado de la situación es la huída, podemos decir que el estrés que hemos sufrido es positivo porque nos ha permitido salvarnos, y hablaríamos de eustrés. Por el contrario, si nuestra respuesta fuera quedarnos inmóviles a causa del miedo, estaríamos teniendo una respuesta negativa, y hablaríamos de distrés.
También podemos hacer una distinción entre los dos tipos de estrés desde un punto de vista bioquímico. En situaciones de eustrés, se incrementa la cantidad de catecolaminas provenientes del sistema nervioso central y vegetativo, que tienen como función preparar al individuo para actividades físicas como la lucha o la huída. En cambio, en situaciones de distrés producimos cortisol, que es una hormona que en concentraciones elevadas, tiene multitud de efectos perjudiciales para la salud. Además, sufrir de forma continua distrés, hace que los niveles de algunos neurotransmisores (serotonina, dopamina y noradrenalina) se vean alterados, produciendo consecuencias negativas como alteraciones del sueño (regulado por la serotonina), la incapacidad para disfrutar de las cosas (proporcionada por las vías dopaminérgicas) o la pérdida de energía y vitalidad (que nos la aporta la noradrenalina).
Recapitulando, podemos decir que el eustrés es esa actitud innata de lucha y huida que nos permite adaptarnos a los cambios, reaccionar rápidamente y con más fuerza a problemas y peligros, permitiéndonos rendir a más del 100% en multitud de situaciones. Y es que muchas personas funcionan mejor cuando tienen fechas límite o se sienten muy presionadas, haciendo que el cerebro provoque una serie de cambios que hacen que estemos más alerta y veamos con mayor claridad las cosas. Una vez hayamos completado la tarea, regresaremos a un estado “normal”, pero si por cualquier circunstancia este estado de alerta, positivo aún, perdura en el tiempo, podría dar lugar a distrés y aparecerían las consecuencias negativas de las que hemos hablado antes.
A pesar de que es difícil, es aconsejable intentar equilibrar el estrés, ya que unos niveles demasiado bajos nos conducirían a estados de poca activación cortical, aburrimiento e incluso depresión, y además, no alcanzaríamos los niveles de estimulación necesarios para poder realizar las tareas que se nos presentan en el día a día. Por eso, es importante saber identificar y aprovechar la existencia de los eustresores o estímulos favorables que nos pueden llevar a este equilibrio y bienestar del que hablamos.
Los eustresores son herramientas que permiten a las personas desplazar las resistencias que encuentran en su camino, y pueden ser personales o ambientales. A nivel personal, podemos decir que los individuos optimistas, con un punto de vista favorable sobre lo que hacen, contentos, alegres,… mantienen estos estímulos favorables activos y encuentran oportunidades valiosas en muchas de las acciones de la vida. A nivel ambiental, hablaríamos del apoyo social y profesional.
Para alcanzar este equilibrio del que hablábamos, resulta de ayuda buscarle un propósito a la vida, que puede ser un hito o un objetivo relacionado con el trabajo, los estudios, el propio cuerpo, el deporte,… y que consiga que cada mañana nos levantemos de la cama con ganas de alcanzarnos un poco más a él. Si aún no lo hemos encontrado, no debemos desesperar, ya que el eustrés es también un estado de conciencia que favorece un estado general de energía y satisfacción. Algunas técnicas de relajación no nos conducen hacia un estado de calma “inútil”, sino hacia estado de eustrés que nos permita estar preparados para la acción.
Interesante saber que no todo el estrés es malo. A menudo leemos sobre temas que nos enseñan alguna cosa nueva.
Yo a menudo uso este concepto positivo del estrés con alumnos y pacientes, porque es bueno saber que no es malo estar activo y vivo, y huir solo de aquello que realmente nos desgasta.