La pandemia de coronavirus está obligando a todas las empresas y organizaciones a realizar un esfuerzo extra para la reincorporación de sus trabajadores después del levantamiento del confinamiento. La vuelta a la rutina y el inicio del curso escolar sitúa el mes de septiembre como clave para saber lo que va a ocurrir en los próximos meses.
De momento, para cumplir con las recomendaciones de las administraciones sanitarias, las empresas deben fomentar y facilitar el teletrabajo y otras fórmulas de trabajo a distancia. Para evitar la concentración de demasiados trabajadores también se aconseja modificar turnos y áreas de trabajo. Con todo esto, el rompecabezas para las organizaciones se antoja complicadísimo, porque además tienen que tener en cuenta todas las cuestiones relacionadas con la conciliación familiar y el bienestar de sus empleados.
Para regular el teletrabajo, además, el Gobierno acaba de aprobar una ley específica a la cual las empresas deben adaptarse. La norma estipula que los trabajadores a distancia tienen la misma categoría que los empleados presenciales y que el teletrabajo debe ser voluntario y reversible.
El trabajo desde casa, siempre que sea posible, puede ser una buena solución temporal, pero su ejecución no puede hacerse de cualquier manera. Porque trabajar desde casa puede ser más duro, sobretodo desde el punto de vista psicológico, que hacerlo desde el lugar de empleo habitual. Si no se hace bien, se corre el riesgo de perder por el camino las cosas positivas que puede aportar en tiempo de pandemia: menos uso del transporte público y privado, menor presencia de trabajadores simultáneos en las empresas…
El bienestar corporativo en casa
Por eso, es importante cuidar, ahora más que nunca, el llamado bienestar corporativo de los empleados. Vale la pena pararse a elaborar planes de contingencia que pongan a las personas en el centro a la hora de tomar decisiones. Porque si no se hace se corre el riesgo de desmotivar a unos trabajadores que se encuentran lejos del centro de mando de la organización.
El bienestar corporativo tiene básicamente cinco patas: el bienestar físico, el social, el profesional, el financiero y el emocional. En todos estos ámbitos, pueden tomarse medidas sencillas que contribuirán a hacer que los empleados no tengan la sensación de haber quedado al margen de la organización por el hecho de teletrabajar.
Respecto al bienestar físico, se pueden ofrecer servicios de telemedicina a los trabajadores y facilitarles consejos de ergonomía y de organización de las tareas. En el ámbito social, se deben fomentar las videoreuniones virtuales, para que nadie pierda el contacto, y en el ámbito financiero se pueden ofrecer descuentos o incentivos para evitar que decaiga la producción. También es interesante ofrecer apoyo psicológico a los teletrabajadores, para evitar que la pérdida de las rutinas y los contactos laborales desemboque en algún problema de salud mental.
Y en el ámbito profesional es fundamental promover la necesidad de desconexión. No hace falta, ni sirve para nada, estar conectado las 24 horas del día todos los días de la semana. Hay que fomentar que los trabajadores disfruten del hecho de no tener que desplazarse cada día al trabajo. También es básico ayudar a los empleados a tener un entorno de trabajo adecuado en su casa (o en otro sitio). De hecho, así lo estipula la nueva ley, porque no todos los hogares están en disposición de acoger un despacho de un día para otro. Cabe explorar, por ejemplo, la posibilidad de que el teletrabajo no se haga desde casa sino desde algún espacio (oficinas de coworking o similares) que ya esté preparado para hacer de despacho.