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¿Deporte adaptado? ¿O simplemente deporte?

Desde siempre, la práctica de una actividad deportiva ha sido, además de una recomendación médica, una de las aficiones más extendidas entre la población. No por un sentido estrictamente competitivo, sino por toda la serie de valores que aporta, sobre todo si se hace de forma colectiva: compañerismo, generosidad, sacrificio, esfuerzo, disciplina… muchas cualidades positivas que se suman a los beneficios para la salud de quienes lo practican. En cualquier manual de vida sana, uno de los primeros puntos es siempre que se mantenga una vida activa, con la realización de algún deporte, el que sea, de forma moderada y, si se quiere y se puede, más intensa.

Si esto es así para la gente convencional, no es de extrañar que también lo sea para la gente que tiene alguna discapacidad. El adjetivo convencional no es gratuito, es precisamente el que utilizan los colectivos de personas con discapacidad para señalar el deporte de la gente que no tiene ninguna discapacidad. Porque los discapacitados pueden ser de todo, menos convencionales, en el sentido de que seguramente su práctica deportiva exige una motivación extra en un mundo que, a menudo, no está diseñado para ellos.

Sin límites

En los últimos años, gracias sobre todo a los Juegos Paralímpicos, nos hemos acostumbrado a ver a los deportistas con discapacidad competir de forma global, como lo hacen los que participan en los Juegos Olímpicos. La competencia es la misma, la exigencia es la misma, y la única diferencia es el cuerpo y la mente de unos y otros. Pero un poco más allá de esto, los colectivos de discapacitados han sido capaces de crear sus propios deportes, a menudo adaptaciones de los convencionales, lo que demuestra que para ellos y ellas no existen límites. Aquí tenéis algunos ejemplos extraídos de la web de la Federació Catalana d’Esports de Persones amb Discapacitat Física (FCEDF):

Boccia. Similar a la petanca, es un deporte de precisión y estrategia que permite la participación de jugadores con altos niveles de discapacidad física.

Powerlifting. Consiste en el levantamiento de pesas en posición estirada. Son aptas para competir en este deporte las personas con discapacidades físicas y con parálisis cerebral y requiere de mucha fuerza en el tronco superior.

Slalom. Una prueba de habilidad en silla de ruedas, sorteando obstáculos en el menor tiempo posible y con los menos errores posibles. También es apta para discapacitados psíquicos.

Voleibol Tierra. Su nombre lo dice todo. Es prácticamente igual que el voleibol convencional, pero con la red situada más abajo y con la condición de que los jugadores deben estar con las nalgas tocando el suelo en el momento de tocar la pelota. Aparte de esta versión, del voleibol se han desarrollado unas cuantas más en los últimos años para adaptarlo a todas las condiciones sociales.

Deporte inclusivo

Aparte del deporte adaptado, en los últimos años, desde diferentes estamentos y desde la sociedad en general, se está fomentando el deporte inclusivo: esto es, la práctica del deporte en el que discapacitados y no discapacitados compiten juntos. Ya empieza a haber muchos ejemplos, pero uno de los que más destaca en Catalunya es el de Àngela Mora, una chica de Maials (Lleida) de 18 años, que ha disputado recientemente una competición de gimnasia artística internacional por equipos con su club, el FEDAC. Sus cinco compañeras de equipo son convencionales. Ella tiene síndrome de Down.

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