En la era de la hiperconexión, los teléfonos móviles se han convertido en una extensión más del cuerpo. Pero, paradójicamente, mientras más conectados estamos al mundo digital, más desconectados podemos estar de las personas que nos rodean. Este fenómeno tiene nombre: phubbing, una palabra nacida de la unión de phone (teléfono) y snubbing (despreciar o ignorar).

¿Qué es el phubbing?
El phubbing ocurre cuando una persona ignora a quienes están físicamente presentes para prestar atención a su teléfono. Es un comportamiento cada vez más común, especialmente entre adolescentes, que crecen en un entorno en el que mirar constantemente el móvil se percibe como algo normal.
¿Cómo saber si un niño o adolescente ha caído en la dinámica del phubbing?
La psicóloga infantojuvenil Pilar Muñoz, que cuenta con más de 32.000 suscriptores en su canal de YouTube, explicó al periódico El País que existen algunas señales claras que indican que un menor podría estar inmerso en esta conducta:
- El uso del teléfono le produce placer y disfrute. El menor vive pendiente del móvil, que se convierte en su principal fuente de bienestar.
- Se genera un círculo vicioso. Busca cada vez más tiempo para estar con el teléfono y así mantener la sensación placentera que le proporciona.
- Minimiza su actitud. Cuando su entorno le señala su comportamiento, responde con frases como: “Qué tontería; si todos lo hacen”.
- Tiene dificultad para autorregularse. Aunque el móvil no es una sustancia, su uso constante genera una necesidad de recompensa en el cerebro, y el niño no puede evitar recurrir a él.
¿Por qué los adolescentes son especialmente vulnerables?
Durante la adolescencia, las relaciones sociales cobran una importancia central. Es una etapa de búsqueda de identidad, validación social y pertenencia al grupo. Sin embargo, la omnipresencia del teléfono puede generar dinámicas perjudiciales:
- Interacciones superficiales: Las conversaciones cara a cara pierden profundidad y espontaneidad cuando están interrumpidas por pantallas.
- Aislamiento emocional: Sentirse ignorado por alguien que está absorto en su móvil puede minar la autoestima.
- Normalización del desapego: Los adolescentes aprenden que no prestar atención al otro es aceptable, lo que puede afectar sus habilidades sociales y empatía.
- Aumento de la ansiedad: La necesidad constante de revisar notificaciones, compararse en redes o no perderse nada (“FOMO”, por sus siglas en inglés) alimenta un ciclo de ansiedad digital.
Efectos del phubbing en la salud emocional y social
Diversos estudios han mostrado que el phubbing tiene efectos negativos sobre la calidad de las relaciones personales. En adolescentes, puede provocar:
- Sensación de soledad y rechazo.
- Dificultades en la comunicación familiar.
- Problemas de atención y concentración.
- Mayor dependencia de la validación digital (likes, seguidores, etc.).

¿Cómo combatir el phubbing?
Aunque es difícil escapar del uso constante de los dispositivos, hay formas efectivas de reducir el phubbing, especialmente en el entorno adolescente:
1. Dar ejemplo
Los adultos deben ser los primeros en evitar mirar el móvil mientras hablan con alguien. Los adolescentes aprenden observando.
2. Establecer “zonas sin móviles”
Definir momentos o espacios donde no se use el móvil: durante las comidas, reuniones familiares, salidas con amigos o antes de dormir.
3. Fomentar la conversación presencial
Incentivar actividades sin pantallas, como juegos de mesa, deportes o paseos, que generen conexión real.
4. Hablar sobre el tema
Educar sobre el impacto del phubbing ayuda a tomar conciencia. No se trata de prohibir, sino de reflexionar juntos sobre cómo usamos la tecnología.
5. Usar herramientas digitales con inteligencia
Aplicaciones que miden el tiempo de uso del teléfono o que bloquean notificaciones durante ciertos períodos pueden ser aliadas.
El phubbing es un síntoma de un mal más profundo: el desbalance entre la vida digital y la vida real. Ayudar a los adolescentes a reconectar con lo humano —a mirar a los ojos, escuchar, compartir momentos— es un paso esencial hacia relaciones más saludables y una adolescencia más plena.