El síndrome de Burnout, también conocido como síndrome de fatiga laboral, ha sido un factor de riesgo importante dentro de las empresas afectando al personal en su salud mental. Mediante una serie de características una persona puede experimentar sobrecarga o agotamiento en su puesto de trabajo.
Diversos estudios han coincidido que la prevalencia del síndrome de Burnout giraría entorno del ambiente donde se desarrolla la persona, es decir, que existen diferentes componentes que pueden incidir a incrementar el desgaste, como puede ser sobrecarga en el trabajo, falta o exceso de formación, falta de motivación o necesidad de reconocimiento, aislamiento social o algún acontecimiento importante en la vida personal que pueda afectar su rendimiento en la empresa.
Desde el área clínica se ha identificado tres principales síntomas del síndrome de Burnout que puede reflejar una persona:
- Pérdida de interés laboral: la persona tiene poco a ningún interés acerca de su puesto de trabajo.
- Cansancio o agotamiento emocional: hay que tener en cuenta que se produce de forma progresiva la perdida de energía.
- Despersonalización: es decir la persona crea una barrera e inhibe los sentimientos.
Aunque existen síntomas principales que identifican un principio del síndrome de Burnout, éste se puede manifestar acompañado con otros signos de gran importancia ,como puede ser ansiedad, depresión, miedo, pérdida o ganancia de peso, cambios alimentícios, trastornos del sueño, dificultades en el aprendizaje y memoria pudiendo de cierta forma agravar el cuadro clínico de un nivel leve a grave.
Cómo enfocar el Burnout
Para poder realizar una intervención en el síndrome de Burnout, se debe enfocar desde dos perspectivas: la individual y la organizacional, ambas deben realizarse conjuntamente para poder lograr avances en la persona. Desde la intervención individual, el autocuidado se realiza en tres tipos de fases:
- Organización: la persona debe establecer que actividades realizará durante el día con el fin de no excederse o por el contrario pueda realizar alguna actividad de preferencia del interés del individuo.
- Grupos de apoyo: la persona debe buscar soporte en grupos o asociaciones donde pueda recibir una tutorización y seguimiento.
- Orientación y psicoterapia: la persona recibe apoyo de un/una terapeuta para la gestión de sus actividades.
Desde la perspectiva organizacional la intervención debe centrarse en modificar el entorno laboral tanto por parte de la persona como de la empresa, con el fin de disminuir posibles estresores. Las empresas deben indagar en la búsqueda de nuevas estructuras que posibiliten más oportunidades al personal, ofrecer más autonomía e independencia en el puesto de trabajo, así como una flexibilidad horaria, sin olvidar espacios reflexivos o de meditación en el cual las personas puedan reducir estrés laboral.
Hoy en día más empresas se suman a un modelo diferente y cuentan con nuevos métodos que les permite la interacción con el personal, así mismo la toma de conciencia acerca de la salud mental en el cual nos permita evaluar las necesidades, tener una mejor comunicación y generar un mayor bienestar en la empresa.
Vanessa Lizeth Vargas, equipo de Psicología de Dependentia