En la actualidad, contamos con múltiples dispositivos para garantizar en lo posible nuestra autonomía cuando se produce algún tipo de afección que incide en nuestra capacitación física. Esta es nuestra lista de indispensables.

En el momento en que se produce una pérdida de movilidad, muchas personas pueden sentir que su calidad de vida se verá mermada para siempre. Esta visión fatalista es, sin embargo, algo más propio del pasado. Afortunadamente, hoy contamos con diversas herramientas de apoyo que contribuyen a hacer nuestra vida más fácil cuando esta situación llega a producirse. 

A continuación, repasamos algunas de las causas más habituales que pueden provocar una disminución de la movilidad, y también revisamos los apoyos con los que podemos contar para recuperar o mantener la autonomía personal en lo posible.

Algunas posibles causas de la pérdida de movilidad

Existen diferentes razones que explican la posible disminución de nuestra capacidad de movernos o desplazarnos. Evidentemente, pueden producirse en personas jóvenes lesiones o accidentes que afecten a su actividad cotidiana. En muchos casos, dicha afectación podrá ser revertida a través de recuperación fisioterapéutica. Sin embargo, con la edad la reducción de la movilidad puede llegar a aumentar considerablemente por diversas razones, que repasamos a continuación:

• Los problemas articulares, como la artritis (inflamación o degeneración de las articulaciones) o la artrosis (el desgaste del cartílago que amortigua las articulaciones).

• La osteoporosis, que aumenta la fragilidad de los huesos y la probabilidad de que se produzcan fracturas.

• Las afecciones en los pies, como los juanetes y durezas, el pie de atleta (la infección producida por hongos o levaduras), los pies diabéticos (la diabetes puede provocar úlceras o infecciones en los pies) o la fascitis plantar (inflamación que ocurre cuando el pie se estira o sobrecarga en exceso).

• Los trastornos neurológicos pueden afectar las funciones motrices, provocando pérdida de fuerza, desorientación por falta de memoria, mareos o temblores.

• Las enfermedades como el Parkinson, que provoca problemas de coordinación, rigidez muscular, temblores o bradicinesia (la lentitud en los movimientos voluntarios).

Formas generales de apoyo

Por suerte, hoy contamos con diversos dispositivos que pueden ayudar a paliar los efectos de estas posibles afectaciones, junto a las recomendaciones generales para ejercitar el movimiento y evitar, en la medida de lo posible, la pérdida de masa muscular. 

• Los bastones o las muletas son la opción más adecuada para aquellos que requieren un apoyo más leve, ya que permiten una mayor autonomía en el movimiento.

• Los andadores son ideales para las personas que necesitan una ayuda adicional al caminar, ya que proporcionan un sólido punto de apoyo tanto en exteriores como en interiores. Podemos encontrar varios tipos de caminadores, desde los fijos hasta los que cuentan con ruedas, para facilitar los desplazamientos. Algunos disponen también de un asiento incorporado para descansar durante el trayecto.

• Las rampas de acceso y los salvaescaleras son esenciales para facilitar los desplazamientos, ya sea en el hogar o en las residencias especializadas.

• Las sillas de ruedas, ya sean manuales o eléctricas, permiten efectuar desplazamientos seguros y cómodos cuando la reducción de la movilidad es considerable.

• Los scooters para personas con movilidad reducida ofrecen la posibilidad de recorrer distancias más largas.

Recomendaciones más específicas

• Los sillones elevadores, que permiten sentarse y levantarse sin correr riesgos ni realizar sobreesfuerzos. 
• Los utensilios ergonómicos para facilitar situaciones diarias, como el menaje de cocina o los dispositivos pensados para efectuar tareas de oficina.
• Las camas articuladas, que pueden ajustar la posición a las necesidades de cada persona.
• Las alfombrillas antideslizantes, que suelen colocarse en lugares susceptibles de provocar caídas (por ejemplo, a la salida de la ducha o a los pies de la cama).
• Los cojines antiescaras, que proporcionan un soporte ergonómico y una distribución adecuada de la presión cuando estamos sentados, ayudando a mejorar la circulación y prevenir la formación de úlceras. 
• Los asideros, pasamanos y barras de apoyo: son especialmente útiles para facilitar el acceso al inodoro o la ducha o para levantarse de la cama, permitiendo una sujeción más segura y evitando resbalones.
• Los taburetes o sillas de ducha: pensados para personas que no pueden mantenerse en pie a la hora de efectuar su higiene personal. 
• Los elevadores de inodoro, que facilitan sentarse y levantarse sin apenas esfuerzo.
• Las grúas, que permiten pasar de forma segura de un lugar a otro (por ejemplo, de la cama al baño), siempre bajo la supervisión de un cuidador.

El mejor apoyo, los cuidadores profesionales sociosanitarios

Por encima de todas estas herramientas, es esencial contar con la ayuda de profesionales especializados en la atención y el cuidado de la salud. Ellos serán los encargados de evaluar nuestro estado físico para sugerirnos cuáles son los dispositivos y la atención que verdaderamente necesitamos. 

En Atlàntida Dependencia, disponen de un equipo formado por personas altamente comprometidas que se encargan de proporcionar toda la asistencia necesaria en la realización de las tareas diarias, así como servicios específicos de rehabilitación y fisioterapia, con el objetivo de que todos podamos disfrutar de una vida lo más activa y feliz posible, independientemente de cuál sea nuestro grado de movilidad en cada fase de la vida.