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¿Qué es mejor: un bastón o un andador?

Existen muchas situaciones en las que una persona necesita un tercer o cuarto apoyo para caminar. Sea por una enfermedad, una lesión u otra razón, se podrá escoger entre muletas, bastones o caminadores. Elegir el mejor para cada paciente y problemática es importante.

La pérdida de movilidad es una de las consecuencias naturales de hacerse mayor. En muchos casos, con la edad a la persona le cuesta más andar o subir escaleras, y algunas tareas rutinarias ya no son tan sencillas de llevar a cabo. Cuando las piernas ya no responden como antes, es normal necesitar una ayuda externa para evitar, entre otros problemas, una caída.

Los bastones o caminadores son una gran solución en estos casos y forman parte de las ayudas técnicas de la vida diaria que proporcionan mayor independencia a personas con problemas temporales de movilidad.

Son perfectos para personas que pueden moverse solas, pero necesitan un poco de soporte. El médico y los fisioterapeutas son los encargados de recomendar uno u otro.

Bastón o caminador

El bastón se recomienda en casos en los que existe un problema vinculado con las piernas. Se suele asociar a los adultos mayores, pero también es de suma ayuda para reeducar la marcha después de una operación o lesión. También es una solución que se usa mucho para aliviar el dolor en caso de artrosis. Por norma general, se suele llevar en el brazo contrario a la pierna adolorida.

Los andadores, por su parte, son dispositivos de apoyo que se utilizan para ayudar a las personas con problemas de equilibrio, debilidad muscular, inestabilidad o dificultades para caminar. Consiste en un marco con cuatro patas y, a menudo, ruedas, que el usuario sostiene mientras camina.

¿Qué diferencias hay entre ambas soluciones?

El bastón es únicamente una ayuda para que la persona no deposite todo el peso del cuerpo sobre una de las piernas. Se suele escoger para la vida diaria y es habitual en las personas mayores a las que empiezan a fallarles las piernas.

Por eso, como son un complemento más en su día a día, los diseños de los bastones son actuales y variados. Los hay, por ejemplo, ergonómicos y con empuñadura anatómica o blanda. Para que el bastón sea de calidad y realmente útil, la empuñadura debe ser ancha y gruesa, para poder agarrarla con toda la mano y que sea cómoda. En cuanto a la posición adecuada, la empuñadura debe quedar unos cinco centímetros por debajo del trocánter mayor del fémur; es decir, de la parte más ancha de la cadera.

Por su parte, el caminador o andador aporta una estabilidad mayor. Está recomendado para pacientes que necesitan más apoyo al caminar, que tienen menos fuerza en las piernas y que necesitan ayuda para mantener el equilibrio.

Es decir, se suele usar por personas mayores con poca o muy reducida movilidad y que necesitan mayor apoyo al que consiguen con otras soluciones ortopédicas como el bastón. Hay andadores con ruedas o sencillos, y también pueden incluir complementos como mesas para sentarse en el caso de cansancio.

Elegir un buen andador es vital para que realmente sirva de apoyo y ayuda. Para saber qué altura debe tener, la persona tiene que permanecer de pie con los brazos extendidos de una manera natural. La distancia que hay entre el pliegue de la muñeca y la superficie del suelo debería ser la altura que se elija. Así es cómo se consigue respetar la estructura corporal de la persona mayor.

Recomendaciones para el buen uso de estas soluciones ortopédicas

Para que cualquiera de estas soluciones se use de manera óptima, es importante también:

  • Revisar los tacos de goma que tanto bastones como andadores llevan para dar estabilidad. Con el tiempo, estos tacos se van desgastando, lo cual hace que la solución pierda adherencia.
  • Mirar hacia delante mientras se anda, en lugar de fijar la mirada en los pies.
  • Emplear un calzado especial para la prevención de caídas. Lo más recomendable es un zapato con suela de goma y cerrado en la parte de atrás.
  • Evitar pasar por calzadas en mal estado o suelos mojados, nevados, con bordillos grandes, piedras, muchos escalones…
  • Adaptar la casa para que esté libre de obstáculos y evitar así un traspié. Eliminar las alfombras o quitar los muebles que complican el paso con un caminador son algunas de las opciones más sencillas.

Equipo de Fisioterapia de Dependentia 

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