La pérdida de audición tiene múltiples causas, pero está inevitablemente asociada a la vejez. Los nuevos tratamientos permiten seguir disfrutando de la vida diaria, siguiendo algunos sencillos consejos que faciliten la relación social
La pérdida de audición, sordera o hipoacusia es uno de los problemas crónicos más habituales, que puede presentarse a todas las edades, aunque suele afectar con mayor incidencia a las personas de mayor edad.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
- La dificultad para seguir conversaciones (especialmente, cuando habla más de una persona a la vez).
- La dificultad para oír en ambientes ruidosos.
- La sensación de que ciertos sonidos son demasiado fuertes (generando una sensación de dolor).
- La dificultad para diferenciar algunos sonidos agudos.
- También puede asociarse a la sensación de mareo o pérdida del equilibrio (como ocurre en la enfermedad de Menière y el neuroma acústico).
- Puede generar también una sensación de presión en el oído, y también ruido o zumbidos en los oídos (el llamado tinnitus o acúfeno).
¿Qué tipos de hipoacusia existen?
La sordera o hipoacusia se clasifica en diversos tipos, según su origen y características:
- Hipoacusia conductiva: Es la que se presenta cuando existe un problema en la transmisión del sonido desde el oído externo o medio hacia el oído interno. Las causas más habituales son los tapones de cerumen, la otitis o inflamación del oído, o bien una perforación de tímpano. Suele ser reversible con tratamiento.
- Hipoacusia neurosensorial: Es aquella que se produce a causa del daño en las células ciliadas del oído interno o en el nervio auditivo. Es una de las causas más habituales de una pérdida auditiva que puede ser permanente. Se suele deber a la exposición a ruidos fuertes y/o prolongados, la presbiacusia (es decir, la pérdida auditiva relacionada con la edad) o las infecciones virales (como el sarampión o las paperas).
- Hipoacusia mixta: Es la combinación de la conductiva y la neurosensorial. Las personas afectadas suelen presentar problemas tanto en la conducción del sonido como en su procesamiento neurosensorial.
- Hipoacusia súbita: Es una pérdida auditiva que se produce repentinamente y que suele afectar durante horas o días. Es una causa de urgencia médica debida, mayormente, a infecciones, traumas o enfermedades autoinmunes.
Factores de riesgo
Puede deberse a diferentes causas, como factores hereditarios, la presencia de diferentes enfermedades, un traumatismo, la exposición a ruido intenso o a largo plazo o los efectos secundarios de algunos medicamentos.
Tratamientos y dispositivos para la hipoacusia
Según el tipo de afectación y el grado de severidad, debemos optar por:
- Tratamientos médicos, como el uso de antiinflamatorios o antibióticos para combatir las infecciones o inflamaciones.
- Tratamientos quirúrgicos, para reparar el tímpano o para la colocación de tubos de ventilación, en los casos de otitis media.
- El uso de audífonos, para amplificar los sonidos en los casos de hipoacusias leves o moderadas.
- Los implantes cocleares, que son dispositivos electrónicos que ayudan a mejorar la audición de las personas con pérdidas auditivas severas o profundas a que puedan escuchar.
Cómo relacionarse con personas que padecen hipoacusia
La pérdida de audición puede comportar una sensación de incomprensión o aislamiento, que en algunos casos llega a tener consecuencias psicológicas (irritabilidad, depresión…). Por eso, es importante que el entorno de la persona afectada pueda desarrollar formas de comunicación basadas en la empatía. El objetivo es que la hipoacusia afecte en el menor grado posible al desarrollo de una vida normal, y a la relación social.
Para ello, merece la pena seguir unos sencillos consejos:
- Hablar de frente a la persona, para que pueda seguir el movimiento de los labios.
- Hablar con naturalidad, evitando ir demasiado deprisa, pero sin remarcar excesivamente las palabras o hablando con una lentitud que pueda producir rechazo.
- Hablar proyectando la voz, con claridad, vocalizando y sin gritar.
- Evitar el uso de oraciones demasiado largas o complejas, o el uso de tecnicismos, argot, etc.
- Acompañar nuestras palabras de gestos naturales, que faciliten la comprensión.
- Si intervienen más personas, respetar los turnos de palabra, para no generar sensación de confusión en el oyente con hipoacusia.
- Repetir el mensaje con tranquilidad, si es necesario.
En definitiva, merece la pena tener en cuenta que la sordera no debe ser un motivo para apartarnos de la sociedad. Aunque pueda conllevar inevitables inconvenientes, conocer el grado de afectación de la dolencia y poder explicársela correctamente a las personas con las que nos relacionamos es clave para desarrollar una comunicación satisfactoria.