
La empatía, la capacidad de escucha y el desarrollo de ciertas habilidades para trasmitir mensajes claros y sencillos pueden facilitar enormemente la comunicación con personas que presentan alguna afectación mental, del deterioro cognitivo leve al Alzheimer.
La empatía, la capacidad de escucha y el desarrollo de ciertas habilidades para trasmitir mensajes claros y sencillos pueden facilitar enormemente la comunicación con personas que presentan alguna afectación mental, del deterioro cognitivo leve al Alzheimer.
El proceso normal de envejecimiento puede suponer algún impacto en nuestras capacidades cognitivas. Una de las primeras señales suele ser la pérdida de agilidad mental, la falta de precisión en la formulación de una frase o la sensación de disminución de la memoria que provoca la dificultad de recordar alguna palabra.
Ante esta situación, es fundamental poder evaluar si verdaderamente nos encontramos ante síntomas normales relacionados con la edad. Otra posibilidad, más preocupante, es que pueda tratarse de un deterioro cognitivo leve (DCL), o que nos hallemos en la antesala de una enfermedad como el Alzheimer.
Por eso, es muy importante ponerse en manos de profesionales, cuando estas señales aparecen, para poder verificar cuál es la situación exacta en cada caso. Esto facilitará a las personas del entorno del afectado la posibilidad de saber cómo tratar con él y proporcionarle los cuidados que realmente necesita.
El estilo de vida es sin duda muy importante, tanto para contribuir a la prevención de la aparición del deterioro cognitivo como para tratar, si este se ha manifestado ya, de reducir su progresión hacia alguna forma de demencia. Evidentemente, esto requiere un abordaje holístico, que integre los aspectos físicos, cognitivos, sociales y emocionales.
Algunas medidas recomendables son:
Evidentemente, para seguir los consejos que acabamos de dar es importante contar con una buena red de apoyo de amigos y/o familiares. Estos, a su vez, deben aprender a tratar con personas que a menudo presentan ciertas dificultades de relación social y comunicación. Sin embargo, esto no debe provocar que el entorno desista de hablar con la persona, ya que el aislamiento suele agravar la evolución de cualquier enfermedad cognitiva.
También debemos tener en cuenta que a los problemas cognitivos pueden añadirse algunas dificultades sensoriales habitualmente relacionadas con la edad, como la pérdida de la visión o la hipoacusia. Por eso es importante controlar el estado de salud de estas personas con revisiones médicas periódicas, para que puedan incorporarse las medidas de corrección precisas (como gafas o audífonos) que faciliten la integración social y la comunicación.
En conclusión, debemos ser capaces de comprender que una persona que presenta un cierto grado de deterioro cognitivo puede, en muchos casos, seguir jugando un cierto papel social, adaptado a su situación. Así pues, es importante no privarla de afectos e interacciones sociales. Hacer que se sienta partícipe de actividades y propuestas es una magnífica forma de que sobrelleve mucho mejor su situación y pueda disfrutar de una vida lo más feliz y plena posible.