La situación de pandemia originada por el Covid-19 nos está poniendo a prueba a nivel físico, social, económico y mental. No obstante, esta vivencia nos ofrece la posibilidad de desarrollar resiliencia, aquella capacidad de adaptarnos y superar las adversidades de la mejor manera posible, saliendo fortalecidos de estas situaciones difíciles e incluso traumáticas.
El confinamiento y el distanciamiento social al que nos ha conducido la pandemia del Covid-19 ha generado una gran incertidumbre sobre nuestro futuro, incluso nuestro presente, dónde nuestros hábitos, rutinas y costumbres han sufrido una alteración que afecta directamente a nuestro bienestar y equilibrio mental, emocional y físico. No obstante, esta afectación ha sido diferente entre unos y otros, siendo vividas con una mayor o menor intensidad, en función de las circunstancias, ámbitos afectados y recursos materiales y personales que posea cada uno de nosotros. De hecho, cobran una gran importancia las diferentes formas que tenemos las personas para manejar las situaciones difíciles, tal y como es la vivencia actual de pandemia por la Covid-19, en las cuales utilizamos estilos y estrategias de afrontamiento para poder adaptarnos y superar las complicaciones que se interponen en nuestro día a día. A esto se refiere el concepto de ‘’resiliencia’’.
Resiliencia
La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente y adaptarse a situaciones adversas, aprender de ellas y transformarlas en una oportunidad para fortalecerse, crecer y desarrollarse personalmente. De hecho, la resiliencia es la mirada positiva sobre nuestras formas de resolución en la cual encontramos las estrategias y mecanismos para enfrentarnos a momentos difíciles, como la situación complicada actual ocasionada por la pandemia.
Hay que tener en cuenta que las personas resilientes no nacen con esta característica, más bien es una virtud o facultad que se va desarrollando a través de las vivencias y experiencias personales a las que cada uno se expone a lo largo de su vida. En efecto, todos podemos contar con ella, pero hay que trabajarla, fomentarla y enriquecerla. De hecho, la cultura, la educación y el aprendizaje juegan un papel muy importante en el desarrollo y moldeamiento de esta capacidad. Esto explicaría el por qué algunas personas responden mejor que otras ante esta situación de pandemia (u otra adversidad).
Existen diferencias en la capacidad de resiliencia en función de la edad. Encontramos que las personas jóvenes tienen una peor adaptación a las circunstancias actuales debido a, por lo general, la necesidad de actividad y socialización a la que están acostumbrados, y de las cuales se han visto limitados en la situación actual de pandemia. También tiene un papel importante la menor regulación emocional y las pocas vivencias y experiencias que tienen ante situaciones con gran impacto en su día a día.
Hay que tener en cuenta que los más pequeños, niños e infantes, pueden sentir mayor frustración debido a la poca comprensión de los cambios repentinos en su vida diaria, sin entender el por qué de ello. En cambio, las personas mayores resultan ser más resilientes ya que hay mayor probabilidad de que hayan estado expuestos a más eventos estresantes o generadores de estrés, que pueden ir des de los propios cambios físicos, sociales y psicológicos que pueden conllevar pérdida de facultades, a diferencia de otras etapas más jóvenes, y el declive del estatus profesional hasta la muerte de seres queridos. Así, en la vejez hay la necesidad de reconocer y ajustar aquellas metas de la vida a partir de una reflexión más consciente de la situación actual, junto con la puesta en marcha de nuevos métodos para afrontar estos nuevos objetivos o forma de vivir.
En efecto, la situación actual de pandemia puede producir gran incertidumbre, miedo y estrés a las personas que se encuentran en esta etapa de vejez, pero con un posible menor impacto en los diferentes aspectos de su vida diaria en comparación con las personas más jóvenes las cuales tienden a tener una vida más activa y dinámica.
Hay que tener en cuenta que la situación de pandemia estimula el desarrollo de la capacidad de resiliencia, la cual nos sirve de apoyo psicológico ante esta misma vivencia actual permitiéndonos afrontar la situación y salir reforzados de ella, formándose así una especie de círculo de retroalimentación beneficioso para nuestro bienestar y equilibrio tanto mental como emocional.
Así, de la manera que cuidamos nuestra salud física y tomamos medidas para no contraer el Covid-19, resulta igual de importante cuidar de nuestra salud mental. Por ello, es relevante poder identificar cuáles son las prácticas que nos generan bienestar para incorporarlas en nuestro día a día durante estos momentos para afrontar de la manera más positiva posible los nuevos acontecimientos.
¿Cómo fomentar la capacidad de resiliciencia?
Algunas estrategias interesantes que pueden servir para fortalecer la resiliencia es:
- Acepta que el cambio es parte de la vida: es importante desbloquear la resistencia al cambio y superar los miedos. Hay que comprender que los cambios no son malos per se, todo depende de el enfoque y actitud que uno mismo aporte a la situación.
- Sé proactivo; reflexiona, toma decisiones y actúa.
- Enfócate en tus metas alcanzables u objetivos en la vida, con actitud y motivación
- Cuídate: hacer ejercicio físico resulta beneficioso para la salud física y mental. La meditación, el yoga y el Mindfulness resultan prácticas beneficiosas y que permiten conectar cuerpo y mente, y tomar conciencia sobre nuestras sensaciones y pensamientos.
- Establece relaciones interpersonales: resulta importante construir buenas relaciones con personas importantes en nuestras vidas, así como familiares cercanos, amigos, pareja… y formar un grupo de apoyo. También es interesante participar en foros y eventos por redes sociales o redes culturales, y ayudar a otras situaciones de vulnerabilidad.
- Trabaja la autorregulación emocional: Hay que tener en cuenta que toda emoción es esencial, y debemos permitirnos expresarla, pero es importante dedicar tiempo para trabajar las emociones con el fin de reencaminarlas y poder interpretarlas de forma racional y positiva. Una buena opción es escribir sobre tus pensamientos, emociones e incluso reflexionar y pensar en profundidad con alguna experiencia traumática o evento estresante de tu vida. Esto ayudará a aceptarlas y después superarlas.
Sonia Montesinos, del Equipo de Psicología de Dependentia