Las terapias asistidas con animales, generalmente, utilizan un perro como recurso terapéutico. También son habituales las acciones con caballos o gatos. El objetivo de esta terapia es mejorar las funciones físicas, emocionales o cognitivas de los pacientes.
Los seres humanos y los animales conviven con un fuerte vínculo que hace que la presencia del animal mejore la calidad de vida de las personas. Entre otros beneficios, la relación con un animal disminuye el estrés, mejora la integración, preserva el equilibrio físico, mejora el estado emocional, etc.
En este sentido, la medicina hace décadas que utiliza ese fuerte vínculo a favor de las personas enfermas. Las terapias asistidas con animales son intervenciones terapéuticas muy eficaces que se basan en el apoyo y acompañamiento de distintos animales –como perros, gatos o caballos– entrenados específicamente para tratar con pacientes que necesitan tratamientos complementarios.
Se trata de una opción terapéutica que tiene una meta muy planeada, estructurada y, sobre todo, dirigida por profesionales de la salud. Además de aportar compañía y distracción, los animales aumentan la motivación y atención de las personas y, por eso, estas terapias asistidas favorecen la consecución de esos objetivos marcados.
Lo más importante en las terapias con animales es adecuarla a cada paciente y circunstancia. No es mejor una mascota que otra, y esta decisión debe ser totalmente personalizada.
¿A quién se dirigen?
Las terapias asistidas con animales pueden usarse con cualquier persona o paciente que tenga una necesidad especial. Por ejemplo, son muy útiles a la hora de tratar enfermos terminales, pacientes con trastornos alimentarios, de salud mental o mujeres víctimas de la violencia de género, entre otros colectivos.
Este tipo de terapias cada vez tienen más presencia en centros de salud como las residencias de la tercera edad. Para las personas mayores, llevar a cabo actividades guiadas con perros o gatos, por ejemplo, ayuda a fomentar la comunicación, evitar la soledad o tratar, incluso, enfermedades como el Alzheimer y el autismo.
Perros y gatos
Sin duda, los perros son los animales más acostumbrados a llevar a cabo terapias asistidas. Para ser un buen acompañante, el can debe ser tranquilo, dócil y previsible, aunque puede ser de cualquier raza. Y, para evitar que haga demasiada fuerza sobre los pacientes dependientes, es mejor que sea de tamaño mediano.
Los perros son demandantes y, solo por el hecho de tener la responsabilidad de sacarlo cada día, son perfectos para personas que deben ejercitarse físicamente.
Por su parte, los gatos se están ganando también su lugar como animales de acompañamiento o asistencia. Son parte de un tratamiento muy eficaz, por ejemplo, para personas con TDAH o para abordar casos de niños con autismo.
Los felinos, por su tamaño, pueden cogerse y acariciarse, y esos cuidados reducen el estrés y la frecuencia cardíaca de la persona. Además, por su carácter sosegado e independiente, transmiten tranquilidad y confianza, y refuerzan la relajación personal. Finalmente, requieren menor atención, lo que los convierte en buenas mascotas para personas mayores o con movilidad reducida.
La equinoterapia
Otra de las grandes terapias con animales es la que se realiza junto a los caballos, conocida como equinoterapia. La asistencia con caballos logra muchos beneficios físicos y mentales y cuenta con diferentes modalidades, como la hipoterapia, la equitación como terapia o el deporte con caballos adaptados.
Todas estas herramientas terapéuticas tienen al caballo como figura mediadora y van dirigidas a la superación personal, a incrementar la autoestima, facilitar la comunicación y el aprendizaje, o mejorar el equilibrio y la coordinación.
Por todo ello, la equinoterapia está recomendada para tratar diferentes tipos de parálisis y personas con síndrome de Down, autismo o trastornos generalizados del desarrollo.
Beneficios de las terapias asistidas con animales
- Mejoran habilidades físicas como la coordinación y el equilibrio.
- Disminuyen el estrés.
- Disminuyen la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
- Mejoran la memoria, la comunicación y el lenguaje.
- Incrementan los niveles de atención y concentración.
- Aumentan la autoestima y la autoconfianza.
- Disminuyen el sentimiento de soledad y aislamiento.
- Fomentan la empatía.
- Mejoran las habilidades sociales.
- Aumentan las relaciones sociales en el entorno.
- Favorecen la integración en actividades de grupo.
Quique Gòmez
Psicólogo Centro Médico Atlàntida