Desde el año 2015, cada segundo lunes del mes se febrero se celebra el Día Internacional de la Epilepsia. Así, este 2022, el 8 de febrero se conmemora este día para concienciar a la sociedad sobre esta patología neuronal que sufren, aproximadamente, 65 millones de personas en todo el mundo.
Anualmente, se diagnostican más de 20.000 nuevos casos de epilepsia en España, por lo que es una de las enfermedades neurológicas crónicas más habituales entre la población. Es, de hecho, el segundo motivo de consulta ambulatoria neurológica, por detrás de las cefaleas. Pese a ello, sigue existiendo mucho desconocimiento por parte de la sociedad, y esto genera que haya un estigma social hacia esta enfermedad.
La epilepsia puede darse a cualquier edad, aunque es más habitual en personas mayores de 65 años y en la infancia antes del año. Además, su prevalencia va incrementando de forma exponencial a la edad.
Tras una crisis, y para poder diagnosticar si se padece epilepsia o no, existen diversas pruebas. Una fundamental para el diagnóstico de la epilepsia es el electroencefalograma, EEG, que sirve para valorar las características de la crisis, localizar el problema y saber con precisión si ese caso es epilepsia o no.
¿Qué es una crisis de epilepsia?
La epilepsia es un trastorno cerebral que provoca convulsiones repetidas durante un tiempo en las personas que lo sufren. Estas convulsiones son episodios de actividad descontrolada y anormal de las neuronas. Y pueden causar cambios en el comportamiento o en la atención del paciente.
Generalmente, estas crisis duran apenas unos segundos o unos minutos. Luego, el cerebro vuelve a funcionar con normalidad. El tipo de convulsión irá en función de la parte del cerebro afectada y la causa de la epilepsia.
Se pueden distinguir dos tipos de crisis. Por un lado, las generalizadas, que suelen afectar a toda la superficie del cerebro y provocan la pérdida de conocimiento. Y, por otro, las crisis parciales, que dan inicio en una zona concreta del cerebro y que se pueden extender al resto de la corteza cerebral. Estas últimas suelen ser las más frecuentes.
Las convulsiones son el único síntoma de la epilepsia y, como son intermitentes, las personas que las sufren pueden llevar a cabo su vida con normalidad el resto del tiempo. Sí existen circunstancias, como los cambios hormonales o la falta de sueño, que pueden acentuar esos brotes.
¿Qué hacer si presenciamos una crisis?
- Mantener la calma.
- Evitar que el paciente se dañe, por ejemplo, al golpearse con objetos que estén a su alrededor.
- Acomodar su cabeza sobre algo blando, como un cojín o un jersey.
- Evitar autolesiones de la lengua por la propia dentadura.
- Controlar el tiempo que dura la convulsión.
¿Por qué tiene lugar un episodio de epilepsia?
El cerebro controla todas las funciones del cuerpo; por ello, si algo altera su funcionamiento, se puede dar un ataque epiléptico. En realidad, cualquier factor que dañe el cerebro durante la gestación, el parto o en cualquier época posterior de la vida puede producir epilepsia.
Pese a ser una enfermedad común, en más de un 70% de los casos no se puede identificar su causa. Asimismo, algunos pacientes son capaces de decir cuándo un ataque está a punto de ocurrir, ya que notan ciertos síntomas previos, como mareo, presión en el pecho… Esas sensaciones previas se llaman aura.
De todas formas, las causas más comunes de crisis epilépticas son:
- Lesiones cerebrales traumáticas
- Accidentes cerebrovasculares o isquémicos transitorios
- Demencia
- Infecciones como la meningitis o la encefalitis
- Anomalías cerebrales congénitas
- Tumores cerebrales
- Epilepsia hereditaria
- Hemorragia cerebral
- Insuficiencia hepática o renal
¿Cuál es su tratamiento?
Para poder diagnosticar una epilepsia, es necesario que el paciente haya sufrido como mínimo dos crisis no provocadas. A partir de ese momento, se realiza el diagnóstico y es aconsejable empezar el tratamiento cuanto antes.
La epilepsia se puede tratar, aunque no tiene una cura definitiva. Lo más habitual es usar fármacos antiepilépticos, que controlan, aproximadamente, las crisis en un 70-80% de los pacientes. El tratamiento suele comenzar con un solo fármaco en dosis bajas y aumenta progresivamente hasta alcanzar la dosis que aporte la máxima eficacia.
Por otro lado, cuando las convulsiones provienen de una sola área del cerebro, se puede recurrir a la cirugía. Mediante una operación, se extirpa esa área concreta para evitar futuras convulsiones o que sean más fácilmente controlables mediante la medicación. No todos los pacientes pueden ser operados.
El cuidado y el autocontrol por parte del paciente también son importantes. Las personas con epilepsia pueden aprender a manejar las convulsiones y llevar una vida plena. Para ello, se recomienda:
- Tomar la medicación y consultar con el especialista antes de realizar cualquier cambio en la pauta establecida
- Reconocer los desencadenantes de las convulsiones
- Llevar un registro de cada crisis epiléptica
- Dormir lo suficiente y mantener un horario de sueño regular.
- Evitar exponerse a las descargas de luz intensas e intermitentes.
- Reducir el estrés
- Llevar una alimentación sana
- Practicar deporte de forma segura
- Normalizar la epilepsia en su entorno
- No conducir mientras persistan las crisis
- Mantener una actitud positiva.
Dr. Carles Rabassa
Centro Médico Atlàntida