Soy trabajadora familiar desde hace unos cuantos años, y la posibilidad de participar en este blog, me ha animado a relatar mi experiencia, que seguramente no será nada especial, pero quizás mis compañeras se vean reflejadas en ella. Yo os puedo decir que desde que me dedico a este trabajo, he cambiado mi filosofía de vida. Ahora me siento más fuerte y con una sabiduría, que te la da el día a día, al acompañar en las casas a los usuarios: personas enfermas, personas mayores que están solas y ya no pueden valerse para según qué cosas, discapacitados físicos o mentales. También nos encontramos alguna vez con tener que hacer acompañamiento en el duelo y requiere por parte nuestra de una sensibilidad especial, y para nosotras el esfuerzo nos enriquece y fortalece. En resumen, allí donde nos envían, estamos preparadas para ejercer nuestro trabajo.
Es sabido por todos de lo dura que es nuestra profesión, pero a mí me compensa ver la cara de alegría con la que nos reciben los usuarios y el agradecimiento de los familiares, ya que para estos últimos, el tiempo que estamos quizás hacemos la labor que más cuesta del día y se sienten aliviados en sus obligaciones. En nuestro trabajo, tenemos que ser puntuales, amables, pacientes e intentar transmitir alegría y seguridad en lo que hacemos. Todas estas cualidades no se aprenden en la universidad, es por este motivo que nuestra experiencia no tiene precio.
Nos han comentado siempre en los cursos que hemos hecho, que no debemos involucrarnos emocionalmente con los usuarios y así se hace, aunque alguna vez te cueste más. Trabajamos con la mayor profesionalidad posible, poniendo cariño en lo que hacemos e intentando mejorar el día a día, dejando cuando sales del domicilio las incidencias que nos hemos encontrado y no llevártelas a casa. Unas veces lo hacemos con más facilidad y otras nos cuesta más esfuerzo. Tenemos la tranquilidad que cualquier problema que nosotras no sepamos resolver, detrás nuestro hay un gran equipo, como nuestras coordinadoras y psicólogos, que en cualquier momento están dispuestos a echarnos una mano.
Como se puede deducir, a lo largo de los años hemos acumulado un montón de experiencias, unas buenas y otras no tanto. De estas últimas sacas o debes sacar alguna enseñanza y por eso lo que he aprendido en mi profesión me ha dado fortaleza moral y generosidad, y una cualidad que yo de joven no me hubiese ni imaginado ¡Paciencia!
Somos un eslabón más de la “cadena”, pero es el que lleva el cierre, por lo que debemos sentirnos muy valorados por la sociedad.
Inmaculada Cano.
Trabajadora Familiar – Dependentia.
Felicidades Immaculada. Es muy bonito y sincero lo que escribes. Da gusto ver cuando una persona disfruta con su trabajo.