La soledad afecta a la mayoría de las personas en algún momento de su vida. Considerada la enfermedad del siglo XXI, sobre todo a raíz de la irrupción de la pandemia de coronavirus y de la disminución del contacto social, la carencia de compañía se puede percibir de distintas formas, ya que puede ser buscada o voluntaria. Cuando es deseada, puede resultar positiva y favorecer nuestro crecimiento personal. En períodos cortos, suele ser útil para trabajar, estudiar, descansar o meditar, y, en estos casos, puede ser saludable. En cambio, cuando es una situación impuesta no satisfactoria, y de la que no se puede escapar, se percibe como un problema, y puede resultar difícil de sobrellevar.
Soledad física o emocional
No es lo mismo estar solo que sentirse solo.
Por lo general, cuando pensamos en la soledad imaginamos la falta de compañía, sobre todo entre las personas mayores que viven solas, sin familia. En ese caso, es una soledad física.
Pero el sentimiento de soledad también se puede producir en compañía, porque las relaciones con los demás no son satisfactorias. Es la soledad emocional. Tener muchos amigos, por contradictorio que parezca, no es una solución al sentimiento de soledad. Muchas veces, el exceso de amistades superficiales es lo que genera este sentimiento doloroso. En otras ocasiones, es la falta de habilidad para relacionarnos con otras personas lo que aumenta la probabilidad de que nos quedemos solos.
Cuándo nos sentimos solos…
La soledad es un sentimiento de aislamiento o desamparo que invade el ánimo de una persona. Aunque puede ser circunstancial y pasajera, cuando perdura indica incomunicación y carencia de apoyo afectivo. Por otro lado, este sentimiento no se experimenta de igual manera todo el tiempo. Normalmente, los momentos de enfermedad son los que hacen que la soledad se experimente con mayor intensidad. Las fechas especiales también pueden acentuar la idea de desamparo e incomunicación.
La soledad puede manifestarse en diferentes etapas de nuestra vida, pero una de las más difíciles es cuando se ha entrado en la tercera edad y se ha compartido una parte de la vida con otras personas que, por determinadas circunstancias, ya no están. Hoy en día, el número de personas que viven solas está creciendo en todo el mundo. En España, actualmente son más de cinco millones.
Problemas de salud derivados de la soledad
La soledad no deseada tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas y es capaz de generar graves consecuencias físicas. Algunos estudios han demostrado que las personas que están socialmente aisladas desarrollan cambios en sus sistemas inmunológicos que provocan una condición conocida como inflamación crónica, vinculada a numerosas enfermedades, como pueden ser la diabetes tipo 2, la artritis y el alzhéimer, así como a la debilidad y el declive funcional, que son característicos del envejecimiento.
- Sentirse aislado aumenta el riesgo de padecer enfermedades coronarias, y algunos estudios han demostrado que las personas solitarias tienen mayores valores de tensión arterial y frecuencia cardiaca. Los niveles de cortisol (una hormona implicada en el estrés) muestran valores superiores en esos casos.
- La soledad también se ha vinculado con la evolución de la enfermedad de Alzheimer, con la obesidad y con la mala salud física. En algunos casos, esta falta de compañía potencia la adquisición de hábitos nocivos para la salud, como cuidarse menos, incrementar la tendencia a consumir medicamentos (como los antidepresivos) o comer de forma poco saludable.
- Las personas que se encuentran solas son más propensas a tener un sueño irregular, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Chicago publicado en la revista Sleep. Según esta investigación, los individuos más solitarios tenían un descanso más entrecortado.
- También la actividad física puede verse limitada sin el estímulo de otras personas que nos animen a salir. El sedentarismo se considera uno de los mayores factores de riesgo en el desarrollo de la enfermedad cardiaca, y también contribuye a acentuar los efectos de otros factores de riesgo, como la obesidad, la hipertensión o el colesterol.
- A nivel psicológico, la soledad influye en la baja autoestima, y puede ser la antesala de otros problemas, como el alcoholismo o la aparición de ideas suicidas. Estar solo puede tener un importante impacto emocional, con sensaciones de nerviosismo y angustia, irritabilidad, mal humor, creencias de ser rechazado, etc.
¿Cómo aliviar la soledad?
- Intenta convertir la soledad en algo pasajero. Es importante fortalecer la autoestima, ampliar la red de amigos y tener más contacto físico con las personas.
- Cultiva una actitud positiva. Si queremos que nos hablen con confianza, nosotros también debemos hacerlo. Si queremos que los demás sean amigables, nosotros también debemos serlo.
- Amplía tus intereses. Participa en actividades con grupos que compartan tus gustos y aficiones.
- Mantente activo. Para ello hay que hacer ejercicio y tener la mente ocupada.
- Exprésate. En las crisis provocadas por la soledad hay que evitar encerrarse en uno mismo. Escribir y expresar con palabras lo que uno siente puede ser terapéutico.
Además de todos estos consejos, puede servir de ayuda consultar a un psicólogo o psiquiatra. Esos profesionales proporcionan una orientación adecuada para aliviar el sentimiento de soledad.
Quique Gómez
Psicòleg Centre Mèdic Atlàntida