Popularmente, se suelen confundir los términos discapacidad e incapacidad laboral. La realidad es que existen notables diferencias desde el punto de vista social y legislativo entre ambos conceptos.
Es frecuente que la sociedad confunda los términos discapacidad e incapacidad. Ambos hacen referencia a lesiones o enfermedades que limitan la vida de una persona, pero, en realidad, se pueden observar sustanciales diferencias sociales, e incluso legislativas, que es importante conocer.
Otra cosa: no son términos excluyentes. Así, una persona puede tener una discapacidad pero no tener una incapacidad, y al revés. Por ejemplo, un trabajador con una depresión crónica no tiene ningún grado de discapacidad, pero, en cambio, puede tener una incapacidad permanente.
¿Qué es la discapacidad?
Se calcula que, en el mundo, un 15% de la población vive con alguna discapacidad funcional. Desde 2006, la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad vela por garantizar sus derechos y empoderar a las personas con discapacidad.
Pero ¿qué es la discapacidad? Se entiende como la falta de capacidades concretas para realizar actividades normales en el día a día. Es decir, una persona con discapacidad presenta limitaciones para el desarrollo de tareas cotidianas debido a una deficiencia o minusvalía física, psíquica o sensorial.
Para que esta discapacidad se reconozca legalmente se debe tener un grado del 33% o superior y obtener el certificado de discapacidad. Este documento no otorga derecho a percibir prestaciones económicas, excepto si el grado es mayor al 65%, pero sí comporta una serie de ventajas sociales y fiscales.
Algunos de los beneficios del certificado de discapacidad son reducciones en el impuesto sobre la renta o descuentos en el transporte público, además de disponer, por ejemplo, de plazas garantizadas a la hora de acceder a oposiciones.
¿Qué es una incapacidad laboral?
Por el contrario, la incapacidad temporal se da cuando un trabajador no puede desarrollar su trabajo habitual de manera puntual o definitiva y necesita asistencia médica. Coloquialmente, se conoce como baja médica.
Se trata, por lo tanto, de una incapacidad que hace referencia al entorno laboral y puede ser consecuencia de una enfermedad o accidente. En función del tiempo en el que la persona esté impedida, la incapacidad laboral se mide en grados. Puede ser temporal, permanente parcial, permanente total o permanente absoluta.
La incapacidad permanente la declara el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), que valora la limitación de esa persona para realizar cualquier actividad laboral de forma definitiva.
Si se cumplen, además, ciertos requisitos, la persona con incapacidad laboral tendrá derecho a recibir una pensión por no poder desarrollar su profesión con normalidad.
¿Cuáles son las diferencias entre discapacidad e incapacidad laboral?
A grandes rasgos, la discapacidad mide cómo una patología afecta en la vida diaria, mientras que la incapacidad se basa en cómo afectan las enfermedades o accidentes en el ámbito laboral.
En resumen, estas son las principales diferencias entre ambos conceptos:
- La discapacidad se mide en porcentajes –el mínimo legal es del 33%– y la incapacidad en diferentes grados.
- La discapacidad la reconoce el órgano social competente de cada comunidad autónoma, mientras que la incapacidad depende del INSS. Es decir, la discapacidad la regula cada comunidad y la incapacidad, el Estado.
- La discapacidad no limita a la persona en el ámbito laboral. De hecho, la contratación de personas con alguna discapacidad por parte de empresas, entidades y administraciones sigue en alza. Contrariamente, los trabajadores con incapacidad están en situación de baja laboral.
- Con incapacidad permanente se puede percibir una pensión. En cambio, la discapacidad –excepto cuando es superior al 65% y la persona no supera ciertos ingresos– no contempla el derecho a percibir prestaciones económicas.
Para asegurar el bienestar de personas con algún tipo de discapacidad o incapacidad es importante contar con la ayuda y el asesoramiento de entidades como Atlàntida Dependencia, que desde el año 2000 trabaja para hacer más fácil la vida de personas con dependencia de todas las edades. Todo gracias al respeto por la diversidad y el trato humano de sus profesionales.