Soy Carmen, auxiliar de enfermería, con puesto de trabajo como gerocultora en el Residencial Mas Piteu. Actualmente, me estoy preparando para la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 años, ya que mi objetivo es estudiar psicología clínica. Por este motivo, quiero enfocar este artículo en las anécdotas cotidianas de mi día a día con personas diagnosticadas con la enfermedad de Alzheimer.
Con el objetivo de sensibilizar a la población, me gustaría plasmar e intentar transmitir el impacto emocional que algunas situaciones pueden causar en los profesionales que tratamos a estas personas de cerca y que les ayudamos en las actividades de la vida diaria, que ellos ya no son capaces de realizar de una manera autónoma e independiente, debido al deterioro cognitivo que les provoca esta terrible enfermedad.
Para empezar y a modo de introducción, haré un pequeño resumen de los puntos más importantes relacionados con el Alzheimer.
Definición de demencia:
La demencia es una pérdida de la función cerebral que se presenta con ciertas enfermedades. El mal de Alzheimer es una forma de demencia que gradualmente empeora con el tiempo y afecta a la memoria, el pensamiento y el comportamiento.
- Frenar el progreso de la enfermedad.
- Controlar los síntomas, cambios de comportamiento, problemas de sueño, confusión,…
- A través de cambios en el hogar, facilitar la realización de las actividades diarias.
- Apoyar a los familiares y cuidadores.
Tratamiento farmacológico:
El beneficio de los fármacos a menudo es leve y no siempre se notan cambios.
Suplementos vitamínicos:
Se dice que algunas vitaminas y hierbas pueden prevenir o retardar el mal de Alzheimer, aunque no hay datos que indiquen que prevengan la enfermedad. Estas son la vitamina B6, la B12 y la vitamina E.
Posibles complicaciones:
- Claudicaciòn por parte de los cuidadores.
- Úlceras por presión.
- Pérdida del funcionamiento muscular que imposibilita mover las articulaciones.
- Infecciones urinarias, neumonía…
- Caídas y fracturas.
- Comportamiento violento hacia sí mismo o hacia otros.
- Pérdida de capacidad para cuidarse.
- Pérdida de capacidad para interactuar.
- Desnutrición y deshidratación.
A continuación, voy a relatar algunas de las situaciones reales que vivo a diario como cuidadora.
El Sr. R se levanta cada mañana a las 07:00h aproximadamente, yo me encargo de despertarlo, trabajo en el turno de noche, voy a su habitación, le doy los buenos días y se levanta de un salto, el dice y repite a diario, “la cama mata” una vez en pie, la siguiente frase …” Qué alto estoy” y mi respuesta a eso “Señor R., que la cama le hace crecer”. Después de esto nos vamos al baño a realizar la higiene. Aunque con alguna dificultad, él aún camina.
Por mi parte procuro que sea rutinario, con pocos cambios, para que no pierda el hilo y pueda anteponerse en algún momento a lo que va sucediendo. Mientras realizo mi trabajo, él me va diciendo cosas que muchas veces me arrancan alguna sonrisa, pero siempre desde el respeto, me río con él, nunca de él.
A pesar de las risas, también hay momentos duros. Cuando escucho cosas como… “Ahora que haremos primero? Desayunar o beber la leche?” O… “ponme la americana” y al decirle que no puede ser porque hace calor, él contesta con otra pregunta del tipo… “ En qué mes estamos?”
Hay días que dice “Soy muy mayor, no me cuides tan bien si tengo 80, 82 o 84 años y me voy a morir”.
Cada día le recuerdo que no se baje los puños de la camisa porque se tiene que lavar los dientes y la cara, tarea que dejo que haga él solo, yo sólo lo superviso,.. “¡¡Ah!! ¡¡Es verdad!!” pero en el momento que me doy la vuelta ya se los ha bajado. Siempre quiere dos pañuelos, uno en cada bolsillo del pantalón. Hay mañanas que tiene cambios de conducta y se levanta molesto, recordando alguna cosa del pasado o hablando de gente del despacho. Los viernes le toca hacer gimnasia después del desayuno. Cuando ve que saco las deportivas del armario, se enfada y dice que él ya ha hecho mucho deporte en su vida, que ya no puede jugar a tenis. Me habla de sus trofeos y, entre bromas, consigo que finalmente acceda y salga contento de su habitación a esperar que vengan a buscarlo. Me repite una y otra vez durante todo el proceso “qué bien me cuidas” y todo esto en mi no puede causar indiferencia. Esas muestras de agradecimiento me llenan de una manera que no soy capaz de expresar. Al día siguiente, se repite la misma secuencia, casi exacta, con muy pocos matices.
Después me voy con el Señor J. Cuando lo despierto, lo primero que me dice es que está muy contento de que sea yo la que viene a verle. Le explico que le voy a ayudar a vestirse y le parece perfecto. Casi siempre lo encuentro con dos relojes puestos, cada uno en una muñeca. Me habla de sus hijas, me explica lo que tiene en su escritorio cambiando el nombre a varios objetos y me enseña los libros de toros, que le gustan muchísimo, pero que nunca mira y, aunque cada mañana me explica lo mismo, le presto la misma atención que si fuera el primer día. Después de la higiene y de vestirlo, le dejo su maquinilla de afeitar preparada y lo acerco al espejo con su silla de ruedas. J. ya no camina, y para que intente afeitarse él solo, al final repaso si es necesario sus cremas, su pelo… ya que es muy presumido.
Cuando se ve bien, nos vamos a la segunda planta, que es donde desayuna. No le gusta, dice que no le deje allí y me pregunta cuándo voy a volver. Me dice que hacía muchos días que no me veía y que quiere verme más a menudo. Seguramente, la noche anterior había estado en su habitación acostándolo y comiendo bombones que él decía que eran para los dos… “¡¡Mira!! Eso que hay ahí, es para ti y para mi” Pero lamentablemente, lo que ocurrió anoche ya no lo recuerda.
Cuando acaba mi jornada laboral, salgo con una serie de emociones encontradas que no sabría explicar y muy satisfecha con el trabajo que realizo, que cada día me hace crecer un poco mas como persona. Siento, entre muchas otras cosas, ternura. Las emociones negativas, que no nos vamos a engañar, también las hay, se han olvidado antes de irme a dormir y reponer fuerzas para otro día.
Carmen Amador.
Auxiliar de Geriatría – Residencial Mas Piteu.