La vitamina D se ha identificado como uno de los nutrientes más importantes a la hora de mantener unos huesos fuertes y sanos, de prevenir el cáncer de próstata y otras enfermedades como la psoriasis o la icitiosis. Unos niveles aceptables de vitamina D garantizarían la correcta absorción de calcio y fósforo. Estudios recientes han mostrado que este déficit se ha extendido entre diferentes grupos de edad, especialmente, entre la tercera edad, y se han podido identificar diferentes factores de riesgo que explicarían por qué este colectivo tiene más probabilidades de sufrir esta pérdida.
El impacto del déficit de vitamina D en las personas mayores incide sobre su fuerza y sus capacidades motoras. Al tener receptores de la vitamina D en las células musculares, la deficiencia de este elemento provoca que algunas de estas células se atrofien, provocando debilidad muscular y dolor.
Fisiología de la vitamina D:
- Síntesis cutánea: la vitamina D se sintetiza en la piel a través de una enzima precursora i por la acción de los rayos ultravioleta. El grado de absorción dependería de la estación del año y de la latitud. La radiación ultravioleta es filtrada por la ropa, el cristal o los pigmentos de la piel, por lo que estos elementos interfieren en la síntesis de esta vitamina.
- Metabolización: la vitamina D necesita ser metabolizada para adquirir su activa. Este proceso tiene lugar en órganos como el hígado. El resultado final de la metabolización dependerá de la aportación que hacemos a través de la dieta y de la síntesis endógena que se produce en la propia piel. El hígado puede parar este proceso a través de un sistema que acostumbra a activarse con sustancias como el alcohol o los barbitúricos.
- Fuentes dietéticas: las principales fuentes de vitamina D son los peces como el bacalao, el salmón o el arenque (especialmente el hígado), los huevos y, en menor cantidad, los lácteos y los cereales.
La falta de exposición a la luz solar y algunas condiciones médicas que dificultan su absorción, son las principales causas por las que algunas personas tendrían carencias de vitamina D. El envejecimiento por sí mismo causaría una serie de cambios que harían aumentar las probabilidades de sufrir estas pérdidas. A medida que nos hacemos mayores, se producen alteraciones en la piel que provocan una conversión menos eficiente de la vitamina D3. Además, la concentración de las enzimas precursoras de esta vitamina que están presentes en los órganos, también se reduce con el paso de los años.
Complicaciones originadas por el déficit de vitamina D:
Anteriormente, hemos comentado que los efectos negativos que se producen por el déficit de vitamina D afectan, principalmente, a los huesos (osteopatía) y a la musculatura (miopatía).
- Patogenia de la osteopatía: la acción intestinal se ve afectada por unos niveles insuficientes de vitamina D, que dificultan la correcta absorción de calcio y provocan hipocalcemia. Esta situación conduce a un hiperparatiroidismo, que supone una mayor secreción de hormonas por parte de la tiroides con la misión de absorber más calcio de los huesos y del proceso digestivo, hecho que provoca hipofosfatemia (déficit de fòsfor). El hiperparatiroidismo se asocia a la osteoporosis, ya que las bajas concentraciones de calcio y fósforo del líquido extracelular impiden la mineralización de huesos y cartílagos.
- Patogenia de la miopatía: a pesar de que el mecanismo de la miopatia no está demostrado al 100%, se cree que se origina por la presencia de receptores para la vitamina D en las células musculares y por el efecto del hiperparatiroidismo, la hipofosfatemia y unos niveles bajos de calcitriol. Habitualmente, estos síntomas pasan desapercibidos, ya que la pérdida de fuerza muscular es un proceso habitual que se da en la vejez. Los efectos negativos de este déficit afectan, con más frecuencia, a las extremidades inferiores. Los síntomas más habituales son la debilidad muscular, la alteración de la marxa, la presencia de balanceo corporal, una mayor dificultad para ponerse de pie y subir escaleras, y un dolor muscular difuso.
Sustitución de la vitamina D en las personas de la tercera edad:
La ingesta recomendad de vitamina D varía en función del país en el que nos encontremos. Uno de los factores que se tiene en cuenta es el número de horas de sol. Así, en los países escandinavos, en los que durante unos meses al año tienen muy pocas horas de sol, se recomienda que, en los meses de invierno, todo el mundo tome suplementos vitamínicos para compensar este hecho.
En nuestro país, los suplementos vitamínicos pueden recomendarse a personas con un riesgo alto de sufrir este déficit (los pacientes de gastrectomía parcial u otros síndromes que dificultan la correcta absorción de vitamina D, aquellos que han sufrido alguna patología renal o las personas que, por causa de la condición física o del entorno en el que viven, no se exponen a la luz del sol).
Aritz Arozarena
Equipo de psicología – Dependentia
Me ha gustado y lo recomendaré.