La artrosis, un mal generalizado y aceptado que como suele decirse ‘no mata, pero mortifica’, se produce por un desgaste del cartílago que hace de amortiguador y que protege los extremos de los huesos favoreciendo el movimiento de la articulación. La superficie del cartílago se rompe y se desgasta, lo que provoca que los huesos se muevan uno contra otro generando dolor e inflamación con la consecuente pérdida de movimiento de la articulación y la deformidad de ésta.
Se trata de una enfermedad reumática que sufren hombres y mujeres, aunque en las mujeres aparece en edades más tempranas. Afecta a grandes articulaciones (hombro, cadera, rodilla,…) y a pequeñas (vértebras, tobillos, manos,…) y aparece como signo inequívoco de no estamos haciendo mayores.
¿Cuándo podríamos empezar a hablar de recurrir a la intervención quirúrgica? El médico será quien valore esta opción mediante pruebas diagnósticas (radiografías, resonancia magnética, contraste,…) que objetivarán el grado de afectación de la articulación. El dolor del paciente y la incapacidad para llevar una vida normal también determinarán en gran medida esta opción.
¿Todo es operable? La respuesta es no. Hay muchas articulaciones que sufren desgaste, pero no por ello deben ser sometidas a recambio. Las más habituales son las intervenciones quirúrgicas por recambio de cadera o rodillas. Son operaciones complejas, pero que tienen una tasa de éxito elevada. El objetivo de la intervención es mejorar y eliminar el dolor producido por el desgaste y corregir la deformidad creada por ésta. Después del periodo de recuperación, el paciente debe ser capaz de llevar una vida ‘normal’ teniendo en cuenta las limitaciones de su edad, sin dolor y con una buena fuerza de la articulación.
¿Hace daño la recuperación post-quirúrgica? La respuesta es sí. No debemos olvidarnos de que se trata de operaciones de grandes articulaciones en las que el movimiento es su principal función. Reestablecer esta mobilidad implica cierto grado de dolor que dependerá en gran medida de la persona que lo sufre (no todos vivimos el dolor con la misma intensidad). Un tratamiento farmacológico adecuado ayudará a mantener un umbral de dolor aceptable por el paciente.
¿Qué complicaciones se pueden dar? Toda intervención quirúrgica tiene pros y contras. Son muchas las ventajas que tiene la colocación de una prótesis articular, pero también pueden darse complicaciones tales como:
- Infección: en el periodo de estancia en el hospital o en casa, incluso años más tarde.
- Trombosis: los coágulos de sangre en las venas de las extremidades inferiores es la complicación más común. Una buena prevención, ejercitar la extremidad, llevar medias compresivas y una medicación adecuada evitarán problemas mayores.
- Problemas en los implantes: A pesar de que el diseño y los materiales de los implantes evolucionan y mejoran cada día puede pasar que con el tiempo se desgasten y se aflojen.
- Dolor: Algunos pacientes siguen sufriendo dolor después del reemplazo de la articulación. No es una complicación muy habitual y la mayoría de pacientes experimentan un gran alivio del dolor.
¿Quién nos puede ayudar en el proceso de recuperación? El fisioterapeuta acompañará al paciente durante su rehabilitación, pero serán los ejercicios y la constancia del paciente lo que determinará en gran medida el éxito de la recuperación.
Intervención quirúrgica, ¿sí o no? Hay que valorar los pros y los contras que nos ofrece el recambio de una articulación dolorosa, estar informado del proceso que se seguirá y del criterio médico, pero sobre todo saber como paciente qué es lo que queremos para nosotros mismos.
Patricia Rubio Ovejero. Num. Col. 4.015
Equipo de fisioterapia – Dependentia
Es verdad pero con baños de parafina masajes y rehabilitacion con colageno y magnesio y gelatina de una mano muerta he conseguido moverla bastante hay que ser constante y no tener miedo al dolor