Por Keyko Araujo fisioterapeuta del equipo de Dependentia
Pertenecen a la quinta que más ha sufrido en la historia reciente de España. Tras conocer la guerra, el hambre, la dictadura y diversas crisis económicas, llegó la pandemia que se ha cebado en España con las personas mayores.
Nacieron en tiempos de guerra; pasaron su juventud en tiempos de posguerra; se agrietaron las manos para abrir puertas; pusieron las luces en la calle para que estudiáramos, tuvieron que ser autodidactas… Toda una vida de sacrificios y lucha les sirvió para que luego, jubilados, tuvieran que contribuir a que los hijos y los nietos pudieran lidiar una crisis del 2008 apartando la maleza que no dejaba ver el futuro a sus nietos. Por si eso no hubiera sido suficiente prueba para colgarles medallas, llegó la – esperemos – última gran prueba: COVID -19 aguijón que les ha picado con veneno a los que tenían más de 70 años. Muchos de ellos han sobrevivido pasando por los hospitales y las cuarentenas.
Nuestros mayores se merecen ser atendidos, cuidados y darles respuesta a sus necesidades en función de sus preferencias e intereses. Y, sobre todo, teniendo en cuenta que detrás de cada persona hay una historia de vida y muchos proyectos todavía por alcanzar. Cada uno de ellos es único, y tiene capacidades y cualidades. Se habla mucho de una atención centrada en la persona, pero, lamentablemente, con la presente crisis sanitaria ha quedado muy claro que todavía queda mucho camino para llegar al objetivo, solo hay que observar las estremecedoras imágenes y noticias que llenaban los informativos para darse cuenta de ello.
Probablemente, lo más doloroso es que muchas de esas personas han fallecido a causa de esta pandemia sin poderles dar abrazo o cogerles de la mano, y pasar los últimos años de su vida en plenitud sintiéndose como en casa, aunque algunos no estén en ella. Si algo ha quedado claro es que no estábamos preparados para lo que se nos venía encima con esta pandemia. Se pueden decir las cosas que no se han hecho bien; pero, en estos momentos tan complicados, es tiempo de unir fuerzas y sacar adelante la situación todos juntos.
Una genética de resistencia ha convertido a algunos de ellos en vanguardia entre los pacientes. Enfrentan un descomunal desafío ante el sacrificio que ha servido de nuevo como ejemplo de su mano de un país que ya se ha repuesto gracias a ellos muchas veces ante los mayores golpes. Saben lo que es la incertidumbre. Que un día pasa, vuelve a salir el sol y se disipan las tinieblas. Caen, pero se vuelven a levantar. Son los mayores supervivientes del coronavirus.
Nos lo han dado todo, nos han criado, nos han enseñado y nos dejan un mundo mejor que el que se encontraron.
Son tiempos para sacar lo mejor de las personas, para ayudar a quien necesita, para copiar lo positivo, para trasmitir sonrisas y valores. En estos momentos de dificultad es cuando las personas se retratan y sacan lo mejor que tienen dentro. Y deben ser, sobre todo humanas.